Las horas más apropiadas para estudiar: por la mañana, a media tarde o durante la noche. El ser humano es un ser de hábitos, lo que resulta eficaz para ti puede no serlo para tu compañero. A ello hemos de añadir gustos personales y temperamentos diferentes, que introducen variedad en la problemática. En lo que sí hay coincidencia es en que después de las comidas hay menor concentración en el estudio, a causa de la somnolencia producida por las mismas. Los que afirman que rinden más por la mañana, lo explican aduciendo que el cuerpo está repleto de energías y que en el trabajo de las fábricas el rendimiento mayor se produce por la mañana. En su contra hay que decir que el nivel de ruidos es mayor; que el cuerpo, totalmente recuperado a través del sueño, está rebosante. Otro de los temas a debate entre estudiantes y estudiosos.
Estudiar a media tarde, de 6 o 7 a 10, puede dar buenos resultados, pues el cuerpo ya ha realizado el ejercicio físico. En su contra habría que aducir que en estas horas es cuando la familia más suele interrumpir al estudiante desconcentrándolo de la tarea que está realizando. Estudiar de noche tiene la ventaja de que el nivel de ruidos interferentes y de interrupciones familiares es muy pequeño, por lo que la concentración es mayor si se vence el sueño. Además, como dice el refrán: «lección dormida, lección aprendida». Si duermes inmediatamente después de aprender, recordarás mejor debido a la ausencia de interferencias del material últimamente aprendido, por lo que las huellas mnemónicas se consolidarán más y también se ha liberado de la somnolencia.
Mantener el mismo horario con independencia de cuáles sean tus inclinaciones personales. Lo que sí debes hacer es intentar estudiar todos los días durante las mismas horas; así te crearás un hábito, un reflejo condicionado, y, cuando lleguen esas hora, estudiarás sin resistencia.
En los temas que tratan del repaso ya se te ha aconsejado que estudies y luego espacies los repasos para pasar las desde la M.C.P. a la M.L.P., vencer la ley del olvido es fortalecer esas huellas y tenerlas frescas para el día. Planificar las horas de estudio y repaso examen. Eso no quiere decir, necesariamente, que tus horas de dedicación al estudio hayan de ser más, sino que hay que distribuirlas de otro modo. Si las horas que has de dedicar a estudiar una asignatura durante una evaluación son 14, podrás gastarlas en los dos últimos días anteriores al examen o a lo largo del trimestre: cinco de estudio, dos de repaso en los tres días siguientes, tres en la semana anterior al examen y cuatro el día previo.
Estudiando sólo durante los días anteriores al examen, las huellas serán débiles, la asimilación del contenido baja y el olvido, pasados unos días, casi total. Mientras que si programaste los repasos, asimilarás más los conte- nidos y olvidarás menos.